Directly from the artist's Estate, Mexico The Kati Horna Estate
Literature
KATI HORNA
Both cosmopolitan and avant-garde,
Kati Horna (1912-2000) is mainly known for her photos of the Spanish Civil War
taken between 1937 and 1939 for an album commissioned by the Spanish Republic,
as well as her friendship with Robert Capa. Her work is characterised by the
influence of the principles of surrealist Photography and her own moving
approach to photojournalism and documentary photography. Kati Horna began her
photographic career in the young Republic of Hungary in 1933. Newly-fatherless
and staunchly political, photography offered Horna the means to earn a living
and the chance to fulfil her political ideals. After enrolling at the most
prestigious school of photography in Budapest, led by József Pécsi, she moved
to Paris in 1933 where she turned her attention to the life she saw around her
in the streets and cafés of the French capital. Her series Les Cafés de Paris
(1934) captures her brilliant eye for irony and fun. This lighter mood however
was soon overshadowed by the more serious images that history would dictate,
namely the Spanish Civil War in 1936.
In Paris Horna was infected with the
mood of the moment. She hurried to Madrid with her camera as a photographer for
Anarchist magazines including Umbral, Tierra y Libertad, Tiempos Nuevos and
Libre Studio. The conflict was the first major European war in which the
civilian population bore the brunt of the violence, a tragic precursor to the
world war that was around the corner. Horna, uniquely, saw that the real action
was as much off the battlefield as on it. While her lifelong friend the
photographer Robert Capa hiked up and down mountains in search of the most
sensational front-line shots, Horna stayed in the scarred cities of Barcelona
and Madrid, documenting the devastating effect of the war on ordinary people.
Her pictures of elderly women, young children, babies and mothers are both
heartbreaking in their immediacy and visionary in their choice of subject
matter and images such as her breastfeeding woman in a Madrid refugee camp
present the dignity and the strength of women under siege, as well as their
predicament.
Horna was experimental in her
techniques too. She had first encountered superimposition during her time at
Pecsi's and now turned to it as a way of portraying the complex, multilayered
fallout of war. In Stairway to the Cathedral (1937) a woman's face is blended
into the bricks of the cathedral wall, one eye, imprisoned behind a grille-like
window, is fixed keenly on the staircase, while the other is shrouded in the
shadows, summing up the distrust of the times. Another iconic image from the
same year is The Umbrellas, in which she captured (from the top floor of a
nearby building) mourners at an Anarchist funeral. The rain is pouring down,
and from her vantage point the sea of black umbrellas is thickly and terribly
ominous. The Aragon Front (1938) is also haunting, but in another sense: its
focus is the gnarled face of an elderly woman set against the rubble of what
must once have been her home. The woman's hand, grasping her arm, hints at
strength as well as suffering.
KATI HORNA
Tanto cosmopolita como vanguardista, Kati Horna (1912-2000)
es conocida principalmente por sus fotos de la Guerra Civil Española tomadas
entre 1937 y 1939 para un álbum encargado por la República Española, así como
por su amistad con Robert Capa. Su trabajo se caracteriza por la influencia de
los principios de la fotografía surrealista y su propio enfoque conmovedor del
fotoperiodismo y la fotografía documental. Kati Horna comenzó su carrera
fotográfica en la joven República de Hungría en 1933. La fotografía, de
reciente creación y con un marcado carácter político, ofreció a Horna los
medios para ganarse la vida y la posibilidad de cumplir sus ideales políticos.
Tras inscribirse en la escuela de fotografía más prestigiosa de Budapest,
dirigida por József Pécsi, se trasladó a París en 1933, donde se dedicó a la
vida que veía a su alrededor en las calles y cafés de la capital francesa. Su
serie Les Cafés de Paris (1934) capta su brillante ojo para la ironía y la
diversión. Sin embargo, este humor más ligero pronto se vio ensombrecido por
las imágenes más serias que dictaría la historia, a saber, la Guerra Civil
Española en 1936.
En París, Horna se contagió del ambiente del momento. Se
apresuró a Madrid con su cámara como fotógrafa de las revistas anarquistas
Umbral, Tierra y Libertad, Tiempos Nuevos y Libre Studio. El conflicto fue la
primera gran guerra europea en la que la población civil fue la más afectada
por la violencia, un trágico precursor de la guerra mundial que estaba a la
vuelta de la esquina. Horna, de manera única, vio que la verdadera acción
estaba tanto fuera del campo de batalla como en él. Mientras su amigo de toda
la vida, el fotógrafo Robert Capa, subía y bajaba montañas en busca de las
tomas de primera línea más sensacionales, Horna se quedaba en las ciudades
marcadas de Barcelona y Madrid, documentando los efectos devastadores de la
guerra en la gente corriente. Sus fotografías de mujeres mayores, niños
pequeños, bebés y madres son desgarradoras en su inmediatez y visionarias en su
elección de temas e imágenes como la de su mujer amamantando en un campo de
refugiados de Madrid presentan la dignidad y la fuerza de las mujeres bajo
asedio, así como su predicamento.
Horna también fue experimental en sus técnicas. Primero se
encontró con la superposición durante su estancia en Pecsi y ahora la utiliza
como una forma de retratar las complejas y multicapas de la guerra. En Stairway
to the Cathedral (1937) el rostro de una mujer se mezcla con los ladrillos de
la pared de la catedral, un ojo, aprisionado detrás de una ventana en forma de
reja, se fija con agudeza en la escalera, mientras que el otro está envuelto en
las sombras, lo que resume la desconfianza de la época. Otra imagen icónica del
mismo año es Los paraguas, en la que capturó (desde el último piso de un
edificio cercano) a los dolientes en un funeral anarquista. La lluvia cae a
cántaros, y desde su punto de vista el mar de paraguas negros es espeso y
terriblemente ominoso. El Frente de Aragón (1938) también es inquietante, pero
en otro sentido: su centro de atención es el rostro nudoso de una anciana que
se encuentra entre los escombros de lo que debe haber sido su hogar. La mano de
la mujer, al agarrar su brazo, insinúa tanto la fuerza como el sufrimiento.